Trump arremetió contra las normas climáticas y pidió 1000 millones de dólares a las grandes petroleras durante una cena

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Según dos personas que estuvieron presentes, el expresidente Donald Trump le dijo a un grupo de ejecutivos del petróleo y cabilderos reunidos en una cena en su complejo Mar-a-Lago en Florida el mes pasado que deberían donar 1000 millones de dólares a su campaña presidencial porque, de resultar electo, echaría atrás las normas ambientales que, según él, obstaculizaban su industria.

Alrededor de 20 personas asistieron al evento del 11 de abril, publicitado como una «mesa redonda sobre energía», en el club privado de Trump, según esas personas, que pidieron no ser identificadas para poder hablar del evento privado. Entre los asistentes se encontraban ejecutivos de Exxon Mobil Corp, EQT Corp y el American Petroleum Institute, un grupo de cabildeo a favor de la industria petrolera.

El acto fue organizado por el multimillonario Harold Hamm, que durante años ha contribuido a la formulación de las políticas energéticas republicanas. The Washington Post fue el primero en informar al respecto.

Desde hace meses, Trump arremete públicamente contra la agenda energética y medioambiental del presidente Joe Biden, quien se ha apresurado a restaurar y reforzar decenas de normas climáticas y de conservación que Trump había debilitado o eliminado durante su mandato. En particular, Trump ha prometido eliminar las nuevas normas climáticas de Biden destinadas a acelerar la transición de la nación a los vehículos eléctricos, y a impulsar una agenda destinada a abrir más territorio nacional a la exploración de petróleo y gas inspirada por el eslogan de campaña «Drill, baby, drill», usado por primera vez por el exvicegobernador de Maryland Michael Steele en la Convención Nacional Republicana de 2008.

Biden considera al cambio climático una amenaza existencial y se ha movilizado para reducir la contaminación que calienta el planeta de manera peligrosa y provoca tormentas, olas de calor y sequías.

Durante una cena a base de filete picado, Trump repitió sus promesas públicas de eliminar los controles de Biden para frenar la contaminación y dijo a los asistentes que debían hacer grandes donaciones para ayudarle a vencer a Biden porque sus políticas ayudarían a sus industrias.

«Ese ha sido su discurso para persuadir a todos», comentó Michael McKenna, quien trabajó en la Casa Blanca durante el gobierno de Trump, pero no asistió al evento en Florida.

McKenna dijo que el llamado del expresidente a la industria de los combustibles fósiles podría resumirse en: «Miren, ustedes quieren que gane. Puede que ni siquiera les caiga bien, pero su otra opción son cuatro años más de estos tipos», refiriéndose al gobierno de Biden. Y agregó: «El sentimiento compartido de los empresarios es: ‘No queremos cuatro años más del Equipo Biden'».

Karoline Leavitt, vocera de la campaña de Trump, no entró en detalles sobre lo que supuestamente dijo Trump durante la cena. En una declaración, atacó a Biden con el argumento de que lo controlan «los extremistas medioambientales que están tratando de implementar la agenda energética más radical en la historia y obligar a los estadounidenses a comprar vehículos eléctricos que no pueden costear» y que Trump cuenta «con el apoyo de personas que comparten su visión de dominio enérgico de Estados Unidos para proteger nuestra seguridad nacional y disminuir el costo de vida para todos los estadounidenses».

El jueves, la campaña presidencial de Biden acusó a Trump de «vender sin más a las familias trabajadoras a cambio de donaciones de campaña de los barones del petróleo».

Biden ha frustrado a la industria de los combustibles fósiles con la agenda climática más ambiciosa de la historia del país. Promulgó una ley de gran alcance que destina 370.000 millones de dólares a incentivos para la energía limpia y los vehículos eléctricos, así como una serie de normas estrictas destinadas a reducir de manera importante las emisiones procedentes de la quema de petróleo, gas y carbón.

Este año, el gobierno de Biden suspendió el proceso de concesión de permisos para nuevas instalaciones de exportación de gas natural licuado con el fin de estudiar su impacto en el cambio climático, la economía y la seguridad nacional.

Pero la industria de los combustibles fósiles también ha disfrutado de beneficios sin precedentes durante el gobierno de Biden. El año pasado, Estados Unidos produjo cantidades nunca vistas de petróleo. E incluso con la pausa en la concesión de nuevos permisos para terminales de exportación de gas, Estados Unidos es el principal exportador mundial de gas natural y sigue en camino de casi duplicar su capacidad de exportación para 2027 gracias a los proyectos ya autorizados y en construcción.

Biden también aprobó varios proyectos de petróleo y gas de la industria de combustibles fósiles.

El presidente autorizó un enorme desarrollo petrolero de 8000 millones de dólares en Alaska conocido como el proyecto Willow. También concedió un permiso crucial para el oleoducto Mountain Valley Pipeline, un proyecto promovido por el senador demócrata de Virginia Occidental Joe Manchin, a pesar de la oposición de expertos en el clima y grupos ecologistas. El mes pasado, sin dejarse intimidar por la oposición de los activistas del clima, el gobierno de Biden también dio su aprobación a un proyecto de exportación de petróleo en Texas conocido como Sea Port Oil Terminal.

Algunos ejecutivos del sector del petróleo y el gas han manifestado que preferirían que se mantuvieran algunas de las normativas de Biden, como la que obliga a las empresas a detectar y detener las fugas de metano de los pozos de petróleo y gas. Dijeron que querían coherencia en lugar de un patrón interminable de latigazos regulatorios en el que un gobierno promulga normas, el siguiente las deroga y el que sigue las vuelve a restaurar.

Sin embargo, muchos han atacado las políticas de Biden y la industria ha hecho grandes donaciones a la campaña presidencial de Trump.

Aunque se dijo a los asistentes que el acto de Trump era una mesa redonda sobre energía, en las sillas de los ejecutivos y cabilderos de Mar-a-Lago esperaban impresiones de diapositivas de PowerPoint sobre los inmigrantes en la frontera sur.

Parte de la reunión giró en torno a la migración y Trump declaró que quería divisiones separadas de luchadores del Ultimate Fighting Championship: una designada para los inmigrantes que cruzaron la frontera ilegalmente y la otra para los «estadounidenses».

La sala estuvo llena sobre todo de ejecutivos del petróleo y el gas, entre ellos Mike Sabel, director ejecutivo y fundador de Venture Global LNG; Toby Rice, presidente y director ejecutivo de EQT Corp; Jack Fusco, director ejecutivo de Cheniere Energy; y Nick Dell’Osso, presidente de Chesapeake Energy.

Otros asistentes fueron el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, excandidato presidencial republicano que ha actuado como enlace de Trump en asuntos energéticos, y Hamm, presidente ejecutivo de Continental Resources, una de las mayores empresas de perforación de petróleo y gas de Oklahoma y Dakota del Norte.

Trump –acompañado de Susie Wiles, su principal asesora política; Taylor Budowich, exasistente, y Meredith O’Rourke, recaudadora de fondos– pidió a los ejecutivos que detallaran sus preocupaciones en materia energética, según los dos asistentes.

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