«Si me preguntás qué pienso de este momento: es una verdadera pesadilla. Este energúmeno odia la cultura, como muchos políticos. Pone en ejecución el odio» (Fotos: Maximiliano Luna) (Maximiliano Luna/)
Autor de casi treinta obras entre las que se destacan clásicos como La nona, Gris de ausencia, Yepeto y Ya nadie recuerda a Frederic Chopin, impulsor de un fenómeno masivo durante la dictadura como fue Teatro Abierto, integrante de la Generación del Nuevo Realismo y directivo de Argentores durante décadas, Roberto “Tito” Cossa celebrará en noviembre de este año su cumpleaños número 90.
Periodista de Clarín, El Cronista Comercial, La Opinión y la agencia cubana de noticias Prensa Latina, nació en Villa del Parque y empezó a hacer teatro como actor en San Isidro. La timidez lo alejó del escenario pero no de la escena ficcional y empezó a escribir. “El teatro sirve para despertar la sensibilidad del espectador, divertirlo, seducirlo, hacerlo reír y llorar”, dice.
Cómo es su relación hoy con la escritura, la soledad, la política, el teatro joven y la muerte, parte de la conversación que mantuvo con Infobae Cultura, en donde además habló de Ya nadie recuerda a Frederic Chopin, su obra en cartelera del Teatro La Máscara de San Telmo, todos los sábados, con dirección de Norberto Gonzalo.
—¿Cómo te preparás para celebrar tus 90 años?
—En realidad no me preparo, ya estoy en los tiempos de ir hacia el largo viaje. Pero estoy bien, tranquilo. Descanso mucho. No escribo teatro ahora, aunque se me ocurren cosas sueltas. Antes, a partir de una idea, avanzaba hacia una historia. Pero ahora tengo problemas en la vista, por lo que tengo que dictar. Y no es lo mismo. Escribo cosas políticas. Si me preguntas qué pienso de este momento: es una verdadera pesadilla. Estoy muy mal, no puedo dejar de padecer lo que estamos viviendo. Tengo la expectativa de que esto termine de una vez por todas. Este energúmeno odia la cultura, como muchos políticos. Pone en ejecución el odio.
“Ya nadie recuerda a Frederic Chopin”, de Tito Cossa, se presenta los sábados en el Teatro La Máscara
—Hace mucho tiempo que estás en la comisión directiva de Argentores. ¿Cuál es la función de este organismo?
—Argentores cobra y administra los derechos de autor en todo el país y de todas las disciplinas: teatro, cine, televisión y nuevas tecnologías. Argentores es muy importante, desarrolla una tarea social y cultural muy noble.
—¿De qué vivís?
—Vivo de la pensión del Premio Nacional, que es un salario digno. Aparte, tengo un ingreso por derechos de autor, que cada tanto ingresan. Mi esposa, Maria Elena (Armentano), tiene su pensión. Desde ese punto de vista, estamos tranquilos pero por primera vez tengo que pensar en recortar gastos.
—¿Cómo ves la situación de la cultura?
—La Argentina es como todos los pueblos: cuanto más pobreza, más ignorancia. Pero también tiene una actividad cultural, universitaria y teatral fantástica. También pasa algo, Milei lo dijo: es un foco de zurdos. Creemos que la cultura no va a morir. Pero estamos pasando un momento muy feo.
«No escribo teatro ahora, aunque se me ocurren cosas sueltas» (Maximiliano Luna/)
—¿Tenés una vida social activa?
—Reducida. No uso celular, uso el viejo teléfono de línea y el correo electrónico. Tengo una buena soledad. No salgo mucho por las dificultades óseas y porque no tengo muchas ganas.
—Siempre fuiste socialista. ¿Imaginabas a esta altura tener un presidente de derecha?
—De la patria socialista me desilusioné hace mucho. Gobiernos de derecha hemos tenido: a Menem, con dos mandatos. Lo que pensé es que después de los Kirchner íbamos a pasar a gobiernos progresistas. Pero la gente dijo que no. Vino Macri y después todos sabemos lo que pasó. Lo que nunca creí es que íbamos a llegar a tener tanta derecha.
—¿Qué crees que le ha dado el peronismo a la Argentina?
—Para bien, le dio la presencia económica, social, cultural a la clase obrera. Es mucho. Cuando lo echaron a Perón, yo tenía 21 años y era antiperonista. Lo criticable de Perón fue su culto desaforado a la personalidad. Le puso su nombre a Chaco y Evita a La Pampa. No era necesario. No se puede hablar de dictadura, pero había que cuidarse. Había presos políticos opositores. Se hacía silencio ante gente desconocida. No se podía hablar mal de Perón.
«La Argentina es como todos los pueblos: cuanto más pobreza, más ignorancia» (Maximiliano Luna/)
—¿Qué te parece el teatro nuevo, el que se está haciendo en los últimos años?
—Es un teatro notable. El teatro independiente de Buenos Aires es un fenómeno cultural único. Se dice que hay tres ciudades con mucho teatro: Londres, Nueva York y Buenos Aires. Las otras dos son muy turísticas y están mejor económicamente. Lo de acá es un fenómeno. Que haya 300 espectáculos en un año, tantas salas funcionando, tanto público. He visto poco últimamente, pero lo que vi es de muy buen nivel y calidad profesional. Es un teatro diferente porque no hay un autor tan literario. Hay otras maneras de hacer teatro, mucho humor, unipersonales, todo de muy buena calidad.
—¿Qué le estás legando a las nuevas generaciones?
—Le dejo un hecho vivo, que tiene continuidad porque el teatro es interminable. Los jóvenes actores que están soñando con el teatro van a tener espacio cuando se esfume esta pesadilla.
—Se está dando tu obra Ya nadie recuerda a Frederic Chopin. ¿Te enorgullece?
—Eso no depende solo de la obra, es también la puesta lo que le atrae al público. Vi una función y es un buen espectáculo, una pieza que 40 años después de escrita vuelve a interesar y me alegra mucho que luego de las funciones se hagan debates.
Este sábado, luego de la función de “Ya nadie recuerda a Frederic Chopin” habrá debate con la presencia de Ricardo Forster
—¿Cómo te llevás con tu producción?
—No detesto ni quiero totalmente ninguna obra mía. A la que estoy más agradecido es a La nona, se hizo en casi todo el mundo, me dio de comer por mucho tiempo y tendría que hacerle un reconocimiento especial, por razones materiales.
—¿Pensás en la muerte?
—La muerte es inevitable. Soy ateo y para mí la muerte es la nada infinita. Uno lo va aceptando. En mi caso, llevé una buena vida, pero se termina y no hay otro remedio.
—¿Qué extrañás del pasado?
—Tantas cosas: personales, familiares, sociales… y algunas que prefiero olvidar.
—Si tuvieras la posibilidad de cambiar algo de tu vida, ¿qué modificarías?
—Nada.
* Ya nadie recuerda a Frederic Chopin tiene funciones todos los sábados a las 18 hs. en el Teatro La Máscara (Piedras 736, CABA). Luego de la función del sábado 12, habrá charla debate moderada por Ricardo Forster.
[Fotos: Maximiliano Luna]