Un día, hace tres años, Eli entró en el negocio de música que Martín tenía en El Bolsón. Preguntó el precio de un violín. Palabra va, palabra viene, dice él que “flashearon”. Eli nunca se hizo violinista. Pero hoy, en pareja con Martín, recorren el país en un motorhome que compraron dos meses después de aquel primer encuentro. Si, hay cientos de parejas que lo hacen. Cada vez son más los que quieren que su jardín sea un paisaje soñado en medio de la naturaleza. Pero ninguna -aseguran ellos- llevan a bordo de su casa rodante un piano.
Martín Tarnofsky tiene 53 años. Nació en el barrio porteño de Caballito. Comenzó a estudiar piano clásico cuando tenía seis años, con la guía del maestro Emilio Kauderer, que compuso la música de la película El secreto de sus ojos y vive en Los Ángeles. A los diez le incorporó jazz. “Y a los 14 me frustré por una cuestión familiar y dejé. No toqué más hasta los 28, cuando retomé”, cuenta. Su vida continuó en Buenos Aires: se casó y tuvo dos hijos. Hasta que pateó el tablero. “A los 33 años nos fuimos a El Bolsón. Los chicos tenían 7 y 4 años. Puse un negocio de instrumentos, que no había, y soñaba con desarrollarme como músico. Los chicos crecieron y se fueron, me separé y armé proyectos musicales, pero nunca me animé a hacer algo solo”, cuenta.
Eli y Martín, junto al piano que cargaron para viajar y hacer videos musicales
Eli (María Elira Magistocchi), tiene 38 años y nació en Mendoza. De chica se mudó a Mar del Plata, y de joven comenzó a viajar como mochilera por América Latina. Es astróloga, coaching profesional y Licenciada en Recursos Humanos, un trabajo que, hasta exactamente ayer, que renunció, hacía en modo remoto desde el motorhome.
El crush entre ambos fue total. En poco tiempo compartían todo. “Es una linda historia de amor también la nuestra. Yo tenía un piano de cuarto de cola en mi casa de El Bolsón. Allí compuse la mayoría de las canciones que toco mientras viajamos. Al segundo día que la conocí, Eli vino a casa y hablando de nuestras historias, le compuse una canción. Me escuchó y me dijo ‘esto lo tiene que oír todo el mundo’. Yo tocaba en bandas, pero nunca mostraba lo que hacía en tono más intimista. Pero después de conocerla me empezaron a caer las canciones muy de golpe. Y ella me animó ‘vamos, vamos, vamos, lo tienen que escuchar todos’… Era música que tenía como tapada”.
Con sus hijos grandes y lejos de El Bolsón (el mayor, de 27 años, vive en España y también es músico; con la menor, de 24, vive conectado por las redes), Martín fantaseaba con dejar todo y viajar en motorhome. Pero, a la vez, por una cuestión de edad, sentía “que el tiempo de hacerlo había pasado”. Cuando comenzaron su relación, con Eli descubrieron que el sueño era compartido. Y le dieron rienda suelta al deseo. Martín vendió su casa, su negocio, le compraron una camioneta Hilux 2017 con 60 mil km. a un amigo, a la que le adosaron un camper que adquirieron en Motor Heevel, una fábrica de motorhomes en San Vicente. La diferencia es que le hicieron una adaptación para llevar un piano. Obviamente no el de cuarto de cola, que usó 40 años, pesa media tonelada y quedó en El Bolsón (y con el traqueteo del viaje se desafinaría seguido), pero sí un “controlador”, que tiene la apariencia de un teclado de 88 teclas pero no tiene sonido: lo toma a través de un cable con conexión USB desde la computadora. Pesa 15 kg., diez menos que el teclado Roland que usaba antes, y se ahorra otros 15 kg. de la batería que la hacía funcionar. “Yo llevo todo, armo el show completo. Entonces me permite ir a un espacio como un teatro”.
El viaje comenzó el 29 de diciembre de 2023 en El Bolsón. Desde allí, en Los Altares, cruzaron de la cordillera hacia el océano Atlántico. Los dos manejan, aunque casi siempre lo hace Martín. Eli se hizo más dueña de la cocina. “La pasamos muy bien, fundamental porque vivimos 24 por 7 en un metro cuadrado casi. Y la vida de camper tiene lo suyo. Por ejemplo, siempre tenés que pensar en no quedarte sin agua, y buscan qué estaciones de servicio te dan. Nos pasó en Calafate que se nos acabó la garrafa de gas. Fui a cambiarla y me mandaron a una punta, al único lugar donde vendían. Viene el hombre y me dice ‘si no tenés la garrafa amarilla no te puedo vender’. Le expliqué que era músico, que me tenía que quedar una semana, y nada”. Martín le dijo las palabras mágicas: “¿No hay otra manera?”. Entonces, cuenta, “me dijo que fuera a su casa por la tarde, que me pasaba gas desde otra garrafa. Pensé que me estaba haciendo la gran gauchada. Cuando fui había mucha gente. El tipo trabajaba en una casa oficial, pero hecha la ley hecha la trampa en su casa, se dedicaba a eso con el riesgo que todo volara. Además fue la garrafa más cara de la historia: cuando todas estaban 8 mil pesos, la cobró 17 mil”.
La pareja a bordo de su motorhome, recorriendo el país
También conocieron el costado solidario de viajar en motorhome. Algo mágico hay con la comunidad de viajeros, porque nunca los dejan tirados. “En Chile se nos rompió la casita, se salió el eje. A los dos minutos pasó una grúa y nos ayudó, nos llevó al taller de una persona que la soldó. En la ruta 3 se nos volaron las placas anti atasco, las recuperamos, y en Punta Loyola las terminamos perdiendo porque se las presté a alguien que se había encajado. También le di una linga, pero estuvimos cinco horas y nada. Hasta que vino alguien de la zona y nos terminó sacando a todos. Hay que ponerse en el lugar del otro siempre. Cada vez que vemos a alguien parado en la ruta, le preguntamos qué necesita. Esto es así: hoy por mi, mañana por tí”.
La idea siempre fue que Eli produjera videos con Martín tocando sus canciones en el piano, al que llevaban a lugares bellísimos de nuestra geografía. El resultado es maravilloso. “Ya tenemos videos en Youtube bajo el nombre de Talismán en ruta, donde estoy al piano en el medio de la nada, con canciones mías, y ella me filma con el dron. Empezamos así, pero al año ya nos propusimos vivir viajando”.
Martín Tarnofsky y Eli Magistocchi. Este domingo 9 de junio a las 20.00 se presentan en el Espacio Títeres en Serio, Juan B. Justo 335 Rivadavia, San Juan
Cuando alcanzaron la ruta 3, enfilaron hacia el sur. En Puerto Santa Cruz, una localidad de 4 mil habitantes de esa provincia en el estuario del río del mismo nombre, comenzaron a hacer shows. “Pasé por un teatro, el de la Sociedad Española, que era muy Cinema Paradiso, y dije ‘quiero tocar acá’. Pregunté en Turismo, me pasaron el teléfono del encargado y a los diez minutos vino y me dijo ‘dale, che, hagamos el show’. Lo hicimos, genial. Y la misma persona me dijo ‘te paso el contacto de Río Gallegos. Fuimos, y el de ahí me pasó el contacto de Calafate, y el de Calafate, el de Perito Moreno. Así hicimos Pico Truncado, Caleta Olivia, Comodoro Rivadavia… Nos van recomendando y vamos armando las fechas sin apuro. A veces hacemos algunos kilómetros de más porque vamos y venimos, porque no es todo tan perfecto. Pero siempre disfrutando de este estilo de vida, de vivir viajando y haciendo lo que nos gusta”.
Por ahora no viven de la música. Eli acaba de renunciar a su empleo formal formal en una multinacional, que ejercía en forma remota, para impulsar su proyecto personal con la astrología y la lectura de cartas astrales. Martín asegura que están por cerrar a un sponsor que les va a asegurar el combustible. A las entradas a sus shows las cobran de acuerdo al lugar. “Pasamos, por ejemplo, de cobrar 8 mil pesos en Pinamar, a 5 mil en San Juan, 4 mil en Ushuaia, 3 mil en Puerto Santa Cruz. Depende mucho de la sugerencia que nos haga el que organiza ahí. Por ejemplo, nosotros empezamos cobrando 2.500 pesos hasta que alguien nos dijo ‘acá cobramos 4 mil’. Pero bueno, lo que más queremos es que la gente venga a ver el espectáculo”.
A una camioneta la adosaron el camper. En un momento del viaje, en Piedra Parada, Chubut
En los últimos dos meses y medio hicieron alrededor de 20 shows, que fueron armando sobre la marcha. “Y cuando salí no tenía arreglado ni uno solo. Es algo mágico. Hay gente que querría viajar en motorhome y no se anima, o dice ‘cuando me jubile’… Yo siempre digo que hay que hacerlo cuando uno quiere. En la ruta vemos gente que viaja en bicicleta, algunos hasta caminando, otros en un Renault 6 viejo. Nuestro sueño era este y lo estamos cumpliendo”.
Además, cuentan, ese estilo de vida es muy austero. “Gastamos muy poco, porque vamos con lo justo. El mayor costo es el combustible. Después, comer es lo mismo que en una casa. Y tomamos la decisión de no pagar nunca un camping. En temporada podían cobrarnos 30 mil por día, es como pagar un alquiler. Paramos en estaciones de servicio o en medio de la naturaleza. Hay aplicaciones donde los viajeros dejan sus comentarios y eso nos ayuda. Pero vamos en un muy buen vehículo, con una linda casa. Tenemos calefacción a gasoil, heladera, baño y aire acondicionado. Estamos muy cómodos”, enumera Martín.
Tuvieron que adaptar el camper para llevar el piano a bordo
Sus canciones, además de escucharse en los videos que cuelgan en Youtube, pueden ser oídas en Spotify, donde subieron un álbum con 11 canciones llamado “Empieza el viaje”, con los temas instrumentales que hace en sus shows. Su música, define, “tiene cosas de rock nacional, de jazz y de clásico. Podría entrar dentro de lo que es el estilo contemporáneo”. Cuando toca en vivo, explica, “cuento la historia de cada canción. Porque mi inspiración llega de aquello que me cuentan, y ahora de los paisajes que recorremos. Nos pasa, como a todo artista nuevo, que a la gente le cuesta ir a escuchar algo que no conoce, y encima hace temas propios. Pero cuando salen del show se van muy emocionados, siento que les toco alguna fibra. Para mi es una satisfacción, porque a las canciones las compongo en un solo momento de inspiración, algo que se activó cuando conocí a Eli. Ella es mi musa, que como dice Fito no es solamente aquella persona que te inspira la canción, sino es la que me critica a veces, me tira el título de la canción, a veces me dice ‘che, ese final no está copado’. Somos casi uno. Y a la vez, es la única persona que me ve componer en vivo”.
Sus planes para el futuro también son pausados como la vida que llevan. Ahora, por ejemplo, están en San Juan, donde se presentarán este domingo 9 de junio a las 20.00 en el Espacio Títeres en Serio (Juan B. Justo 335, Rivadavia). En tres meses, calculan, estarán por Buenos Aires y luego otra vez rodarán por la Patagonia. Dice Martín que “la idea es viajar dos o tres años por Argentina y los países limítrofes, no irnos ya con el plan de llegar a Alaska, por ejemplo. Mi mamá tiene 86 años, no me quiero ir todavía a México, ponele. Somos de los viajeros que tienen el plan de no tener plan, vamos fluyendo”. Como su música.
Martín y Eli en el glaciar Perito Moreno