Quito, 18 abr (EFE).- El embalse de Mazar, el segundo más grande de Ecuador, se encuentra en el centro de la crisis energética que afecta al país andino y en medio de una polémica surgida sobre las causas que condujeron a que llegase a esta situación.
Con una capacidad para almacenar 410 millones de metros cúbicos de agua, este embalse está situado en la sureña provincia andina de Azuay y alimenta a un complejo de tres centrales hidroeléctricas cuya potencia en conjunto es de 1.757 megavatios, equivalente a más de un tercio de la demanda nacional.
El Gobierno reconoció el miércoles que el embalse de Mazar no cuenta con reservas para producir electricidad, y desde el martes en la tarde se encuentra fuera de operación.
El nivel del agua bajó el miércoles hasta los 2.106 metros sobre el nivel del mar, muy cerca de su cota mínima de 2.098 metros.
A simple vista se puede apreciar en las laderas de las montañas que rodean al embalse el nivel de la cota máxima a la que puede llegar el agua, que es de 2.153 sobre el nivel del mar, un espacio sin vegetación de casi 50 metros de alto que revela las dimensiones de la sequía, como pudo comprobar EFE este jueves.
De acuerdo a los datos recogidos por la filial sur de la Corporación Eléctrica de Ecuador (Celec), Mazar contaba a inicio de años con un nivel que rondaba los 2.143 metros sobre el nivel del mar, pero en el transcurso de estos tres meses y medio de 2024 ha ido bajando progresivamente hasta el nivel crítico.
Ahora se puede caminar por zonas que hasta hace pocas semanas estaban cubiertas por el agua y encontrarse con dos barcas varadas en la tierra que indican el alcance del agua en condiciones normales y que ahora se han quedado varios metros alejadas de ella.
La importancia de Mazar para el sistema nacional de electricidad de Ecuador ha llevado al Gobierno del presidente Daniel Noboa a lanzar la sospecha de que el embalse pudo haber sido vaciado deliberadamente como un boicot contra el referéndum convocado para este domingo por Noboa, que pone en manos de los ecuatorianos las líneas clave de su administración: seguridad, justicia y empleo.
Así lo llegó a afirmar este jueves el secretario de Comunicación de la Presidencia, Roberto Izurieta, quien en una entrevista al canal Teleamazonas aseveró que «se abrieron las compuertas» y «dejaron correr el agua», hasta dejarlo sin el nivel suficiente para que se pueda operar un complejo de tres centrales hidroeléctricas (Paute, Amaluza y Sopladora).
Sin embargo, estas acusaciones recibieron respuesta horas más tarde del gerente de Celec Sur, José Gómez, que en declaraciones al canal RTS señaló que «desafortundamente ha circulado información que no es la adecuada».
«Como ustedes podrán ver, la represa no tiene compuertas donde pueda haber una actuación inadecuada. Toda la programación (de producción de electricidad) la hace el Operador Nacional de Electricidad (Cenace) y nosotros solo cumplimos con las disposiciones de Cenace», dijo Gómez.
Sin embargo, el Gobierno de Ecuador presentó una denuncia por presunto sabotaje contra veintidós personas por presuntamente ocultar información y no dar las alertas correspondientes frente a este escenario, y entre ellas está la exministra de Energía y Minas Andrea Arrobo, quien el viernes había declarado que se descartaban los apagones a corto plazo.
A esta crisis energética de Ecuador se suma también la suspensión del suministro de electricidad de Colombia, que afronta también una situación de sequía grave y no cuenta con excedente de energía para exportar.
Por ello, el Gobierno de Ecuador suspendió para este jueves y viernes la jornada laboral y escolar, pues se programaron para ambos días cortes del suministro eléctrico de hasta ocho horas, en franjas horarias que varían por zonas de acuerdo a cada empresa comercializadora. EFE
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