Valverde y Camavinga pelean con Kovacic por el balón (REUTERS). (Juan Medina/)
La Copa de Europa, ese exclusivo motor de emociones, cuenta con estupendos giros de guion inesperados. Ocurrió en Chamartín, donde sino, en la casa por antonomasia de la competición. Cuando más vuelo tenía el City, el Madrid le cortó las alas con dos descargas eléctricas. Cuando los blancos dominaban en el marcador, dos zurriagazos de Foden y Gvardiol revertieron la situación. Y cuando mandaban de nuevo los ingleses, Valverde lo igualó. Todo queda abierto tras un encuentro vibrante y extenuante para unos y otros, especialmente para los blancos. Un choque de altura por el que Haaland pasó con un perfil bajo, sostenido -de nuevo- en todo momento por un Rüdiger imperial.
Los de Guardiola ya ganaban antes de que se cumpliese el segundo minuto, Bernardo Silva mediante, que había olido la sangre al observar mal colocado a Lunin y fusilar de falta directa. Y para más inri, el infractor de la acción fue Tchouaméni, quien vio la amarilla y se perderá la vuelta en Mánchester. Doble golpe al mentón madridista. Entraron los blancos en una fase de dudas y falta de confianza y brindaron al City ese espacio tiempo que transcurre hasta que despiertan del letargo. Un momento en el que si los blancos no reciben más cornadas, pasan a inyectarlas.
Haaland pudo embestir a la media vuelta, pero Lunin, errático en el primer tanto, se mostró sólido al disparo del noruego y Tchouaméni tapó el segundo intento de Grealish. El City era un toro y el Madrid parecía vestir de rojo. No obstante, se cambió de ropa a tiempo. Camavinga inició la conversión de vestuario. Recibió de Carvajal, y, ante la falta de apoyos, probó desde la distancia. Su disparo lo desvió Ruben Dias, imposible para Ortega. Y sin tiempo para digerir el primero, llegó el segundo. Rodrygo recibió en carrera, aguantó el envite de Akanji y batió por bajo al meta alemán. ‘¿Qué hay de nuevo?’ Pareció decirle el brasileño al Manchester City, que sintió los flashbacks de aquella épica remontada.
Para entonces, el equipo de Guardiola se veía a merced del vértigo de Rodrygo y Vinicius y Haaland superado por Rüdiger que otra vez fue su sombra. Se desconecta el noruego cuando sufre un marcaje individual. Lo sabía el alemán que volvió a ganarle la batalla psicológica, pero el Madrid mandaba en la sala de máquinas, donde tenía más músculo. El once de Ancelotti fue el previsible, pero el italiano innovó en el sistema, con Camavinga y Kroos en la base, Bellingham de eje, Valverde por la derecha y Rodrygo por la izquierda, muy cerca siempre de Vinicius, en punta.
A Guardiola le quedó un City muy remendado de inicio. No arriesgó con Ederson, tampoco se atrevió con el novato Rico Lewis, colocó dos centrales ,Akanji y Gvardiol, en las bandas, adelantó a Stones e improvisó con Kovacic por una indisposición de De Bruyne.
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