Radiografía de Aliança Catalana: el altavoz islamófobo que agrieta el espacio soberanista

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Roger Mateos

Barcelona, 12 may (EFE).- Bajo el lema ‘¡Salvemos Cataluña!’, la candidatura de Aliança Catalana liderada por Sílvia Orriols acaba de irrumpir en el Parlament con sus postulados islamófobos, etnicistas y antiinmigración, que en muchos aspectos se asemejan a los de Vox y cortocircuitan cualquier unidad de acción independentista.

Muchos escucharon su nombre por primera vez tras las elecciones municipales de 2023, cuando dio la campanada en las urnas y logró la vara de alcaldesa de Ripoll (Girona), pero ya hacía tiempo que era activa en redes sociales, donde se había forjado un perfil polémico, políticamente incorrecto, con un martilleo de mensajes xenófobos.

Sílvia Orriols Serra (Vic, Barcelona, 1984), madre de cinco hijos, diplomada en Biblioteconomía y Documentación por la Universidad de Vic, no es una recién llegada al espacio político del nacionalismo identitario, sino que ya militó en Estat Català -bajo cuyas siglas concurrió a las elecciones europeas de 2004-, perteneció a una asociación con el explícito nombre de ‘Els Intransigents’ y recaló en el grupúsculo ultraderechista Front Nacional de Catalunya (FNC).

Entró en el Ayuntamiento de Ripoll en 2019 como edil del FNC, del que se escindió al año siguiente para fundar Aliança Catalana, un artefacto político que ha ido engordando sigilosamente, gracias a dos factores: la desafección de una parte del independentismo, que acusa a ERC, JxCat y la CUP de no ir a por todas, y el impacto que causaron los atentados yihadistas de 2017 en Cataluña, cuyo cerebro fue Abdelbaki Es Satty, imán precisamente de Ripoll.

Orriols confiesa que fue una gran admiradora de Carles Puigdemont cuando en 2017 promovió el referéndum unilateral de independencia: «Lo seguí a todas partes, confié en él, lo voté, recorrí Europa para apoyarlo, pero al final te das cuenta de que todos estos dirigentes se han limitado a defender su posición de poder dentro de sus partidos», explicó en una entrevista con Gemma Nierga en La 2.

Frente a la supuesta tibieza de los partidos que ella tilda despectivamente de «procesistas», Orriols propugna una declaración unilateral de independencia (DUI) que no sea suspendida «a los ocho segundos» como hizo Puigdemont, sino que sea defendida con uñas y dientes y permita establecer «una nueva legalidad catalana» que derogue automáticamente las leyes españolas, de manera que cualquier represalia desde Madrid sería considerada una «agresión extranjera».

Orriols -que encabezaba la lista por Girona y que situó como número dos por Barcelona a Jordi Aragonès, primo del president- no descartaba apoyar una hipotética investidura de Puigdemont, aunque condicionaba sus votos a «luchar por la liberación nacional de Cataluña y a dar la vuelta a las políticas inmigratorias nefastas».

Pero, en la práctica, este debate decae, porque el independentismo no suma mayoría absoluta y porque Junts, ERC y la CUP han firmado un pacto antifascista que impone un cordón sanitario a Vox y Orriols.

Orriols no tiene inconveniente en definirse como «islamófoba», dice que le «da miedo» el Islam, «una ideología político-religiosa que intenta imponer un modelo de vida que no es compatible con los valores occidentales», y acusa a los inmigrantes de ser una fuente de delincuencia, de quedarse con las ayudas públicas y de provocar una sustitución étnica que va camino de ahogar la catalanidad.

Son expresiones comunes a las de otras formaciones de extrema derecha en Europa, que se reivindican «feministas» por apelar a las mujeres musulmanas a «liberarse» del velo islámico, si bien Orriols, a diferencia de Vox, no se opone a la causa LGTBI e incluso colgó la bandera arco iris en el balcón del ayuntamiento.

Circula por redes el vídeo de un fragmento de entrevista en el que Orriols afirma: «Yo creo que el electorado que ahora mismo está votando a Vox en buena parte vendrá a Aliança Catalana», un sutil reconocimiento de que, pese a las diferencias de banderas, entre ella y los de Santiago Abascal hay ciertos vasos comunicantes.

En el debate sobre la independencia, no pueden estar más en las antípodas, pero su beligerancia contra la «inmigración ilegal», especialmente contra los musulmanes, y el cordón sanitario del que son objeto los sitúan en la misma trinchera en algunos terrenos.

Fuentes de Vox subrayan que sus principios nacionales son irreconciliables con los de Orriols, pero admiten que en esta legislatura pueden acabar «votando juntos» muchas veces en temas de inmigración, por lo que todo apunta a que serán ambas cosas a la vez: enemigos acérrimos y aliados circunstanciales. EFE

rm/mg

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