Octavio Barriales Carro aborda cómo se vive en las cárceles de Venezuela en ‘Caracas: autopista al infierno’

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Octavio Barriales Carro ha publicado ‘Caracas: autopista al infierno’, una obra que ha sido escrita según una serie de anotaciones que fue haciendo a lo largo de su carrera profesional en Venezuela y con que el tiempo decidió transcribir.

Lo que más destaca de su obra es «la narración de situaciones completamente inverosímiles, imposibles en cualquier otra cárcel del mundo y que él vivió personalmente», según ha indicado la editorial Círculo Rojo en una nota.

El sello de autoedición apunta que el lector «va a encontrar, según las palabras del propio autor, sorpresa. Luego, sensaciones muy contradictorias: violencia, suspense, terror, miedo, pasión, amistad y sexo. Todo ello en un marco limitado por los muros de un recinto penitenciario».

‘Caracas: autopista al infierno’ es una novela que narra «con crudeza y sin ambages» los avatares de un ciudadano español que ha caído preso en una cárcel venezolana; un mundo «desquiciado y salvaje» como es el penal de ‘El Rodeo I’, llevará al lector a «conocer situaciones con una carga de violencia extrema, pero también le conmoverá con momentos de afecto y sincera amistad que, de alguna forma, se convertirán en un elemento de primer orden de la novela».

Las «escrupulosas y detallistas» descripciones de las «sangrientas» guerras entre módulos, del día semanal señalado «para los encuentros sexuales y de un sinfín de sucesos tan insólitos como atroces, harán sentir al lector la crudeza de la vida carcelaria».

Todo ello llevado a cabo a través de unos personajes únicos y pintorescos, que jugarán con la mente del lector, haciéndole creer imposible un escenario tan aterrador y diferente al que conocemos. Un mundo hasta hoy desconocido, pero que le será difícil olvidar.

Octavio Barriales Carro (León, 1953) es un novel autor que hoy se estrena con esta, su opera prima. Gran amante de la lectura, de los clásicos en general y de los autores latinoamericanos en particular, siempre tuvo pasión por la escritura, pues ya por parte de madre hubo una vis literaria en la familia.

Compaginándolo con su actividad como funcionario de carrera desde los dieciocho años, trabajando en el INP (Instituto Nacional de Previsión), en Telégrafos (Vigo y Gijón) y en la Seguridad Social (León), fue un destacado dirigente sindical y, además, colaborador habitual como columnista en medios escritos (El Mundo-La Crónica de León) y como tertuliano en emisoras y cadenas de televisión en León (España) y Monterrey (México).

Durante su destino de cinco años en el Ministerio de Asuntos Exteriores como funcionario consular en Venezuela, conoció «desde el vientre de la bestia, el mundo desquiciado de las prisiones de aquel país», lo que define como «una experiencia única e increíble que se traduce, lógicamente, en una narrativa con similares características».

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