Las técnicas del psicólogo Iñaki Piñuel para salir del infierno del abuso psicopático

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Olivia Alonso

Madrid, 19 may (EFE).- «Darle una segunda oportunidad a un psicópata es ir a una segunda temporada en la serie de la propia destrucción». Es la advertencia del psicólogo Iñaki Piñuel, dedicado durante décadas a investigar el abuso y maltrato psicopático, que acaba de publicar ‘Salir del infierno’, un manual de ayuda para poner fin a una relación tóxica y recuperar la vida.

Los expertos cifran entre en un 10 y un 13 % la población de «psicópatas domésticos o integrados» en España y advierten de que si tuvieran cara de malvados, ojos rasgados y uñas largas como en las películas de miedo sería muy fácil identificarlos y todos se apartarían de ellos.

Pero, como subraya el fundador del ‘Instituto Piñuel’ – con 25 años de trayectoria en la evaluación y tratamiento de víctimas de abusos psicopáticos y narcisistas-, son personas completamente normales en apariencia pero tienen una absoluta ausencia de conciencia moral, de empatía o de sentimientos por los demás.

Por ello, en una entrevista con EFE, Piñuel alerta de que pueden llegar a ser muy peligrosos en los momentos en que deciden conseguir algo, porque no les retiene ninguna conciencia moral ni remordimiento ni sentimiento de culpa, de los que son perfectamente incapaces.

Según el psicólogo, «solo son identificados cuando una víctima, después de mucho tiempo, descubre que la fuente de su malestar, hundimiento o quiebra emocional tiene que ver con ellos».

«Las relaciones de psicópatas con la gente más cercana de sus vidas suelen ser de explotación y de parasitación, las tienen sometidas a un trance hipnótico, tan poderoso, potente y tan poco consciente para la víctima, que muchas lo denominan una vivencia infernal», destaca.

Ello se debe a que las víctimas están siendo destruidas y no saben cómo salir -una mayoría de veces ni siquiera quiere-, por lo que lo primordial es «romper» ese trance.

«Salir de ese infierno requiere una serie de técnicas concretas» explicadas en los 30 capítulos del libro, en el que deja claro que los psicópatas integrados no cambian y que hay que aplicar el ‘contacto cero’.

Insiste Piñuel en que es «el único remedio contra estos personajes «porque no se dejan ser dejados» y cuando son ellos los que abandonan, no lo hacen de forma definitiva. «Esperan a que la víctima pueda ofrecerles algo bueno o mejor para volver a depredarla otra vez».

Para ello, recomienda cortar toda relación, lo que el psicólogo reconoce que no es fácil porque los psicópatas «someten a sus víctimas a un trance que provoca una adicción al perpetrador».

 Así, la víctima siente y cree que no va a poder sobrevivir sin el contacto con esa persona. «El contacto cero es imprescindible para que la herida empiece a cicatrizar y no haya riesgo de daños postraumáticos cronificados».

Un cuadro que califica como «terrible» y «quizá el peor que cabe imaginar en psicología».

Una media de uno o dos años calcula el experto que le cuesta a la víctima permitir que su «sistema de apego vaya desensibilizándose y desapegándose» mediante las 30 técnicas que detalla en ‘Salir del infierno’ (La Esfera de los Libros), que recomienda acometer con terapia profesional de nueva generación -movimiento ocular de sensibilización y reprocesamiento-, que ayuda en relativamente poco tiempo.

Porque Iñaki Piñuel quiere destacar que el estrés postraumático no tiene que ser «una condena de por vida, no hay que estar años sin dormir, con’ flashbacks’, con ataques de ansiedad o con somatizaciones.

Pero advierte de que tras este proceso llega «lo que cuesta más, la asignatura pendiente: volver a reconstruir el sistema de confianza, el sistema de apego de la víctima».

«Ya no confía en nadie y ni siquiera quiere intentarlo». «Va a ver psicópatas por todos los sitios, porque tiene esa hipervigilancia y desconfianza».

 Alerta el experto de que «hay muchos daños que se quedan ahí de por vida». «La culpabilización tácita del maltrato psicopático produce que la víctima se convence de que no merece nada bueno. Son personas que se autosabotean, que se niegan a ser felices, se retraen y se convierten en ermitañas sociales».

«El problema básico es que hay que elaborar un duelo sin cadáver», destaca Piñuel, al asegurar que «toda esa relación toxiquísima está montada sobre un fraude inicial». «Ese ser humano que extraña nunca existió y por tanto no se ha perdido nada porque no existió nada».

Reconoce el psicólogo que este aspecto «es la píldora más amarga que hay que hacer tragar al paciente», porque hay que hacer entender que lo «vivido fue real, pero fue mentira y no verdadero»

«La víctima vivió una experiencia real de enamoramiento, de dedicación, de entrega, de querer y amar a esa persona, pero al otro lado no había nada. No hay reciprocidad porque lo que había al otro lado era cálculo, manipulación, ficción, seducción, encantamiento, hipnosis».

Subraya Piñuel que no importa «si conocen la palabra psicópata o no», pero si «saben que no tienen emocionalidad ninguna, que les importa todo, poco o nada, que carecen de conciencia moral y que pueden ser completamente implacables a la hora de ir a por alguien».

«Todos ellos, cuando son finalmente desenmascarados saben lo que hacen y lo dicen con toda tranquilidad y paz interior porque nada les altera ni les saca de quicio ni les produce ansiedad o miedo».

Las víctimas de psicópatas pueden ser cualquier ser humano que pasaba por allí y se cruzó en el mal momento en el trabajo, pareja, o vida, aunque en el perfil -muy estudiado- siempre hay una «comunalidad».

Hay una especial prevalencia de personas que atraviesan situaciones personales de alta vulnerabilidad. «Los psicópatas integrados son verdaderos expertos en debilidad humana, utilizan una capacidad especial de identificar a las personas más vulnerables para atacarlas», concluye. EFE

oli-srm

(foto)

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