La experiencia de un español tras pasar 24 horas en un monasterio de monjes ortodoxos: “Me siento algo nervioso”

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Marc, desde uno de los miradores del convento. (MARC Beyond Travel Guides)

Una de las experiencias más destacadas de viajar es hospedarse en lugares únicos. Más allá de los típicos hoteles, campings o pisos turísticos, existen opciones alternativas como villas sobre el mar en Maldivas o noches en haimas en el desierto, pero existe otra opción más peculiar: los monasterios. Marc, conocido en sus redes sociales como @ruteandoconmarco, compartió recientemente una experiencia en Moldavia. Este influencer de viajes apuesta por escapadas independientes, sin tours y utilizando transporte público.

En su última aventura, Marc visitó Moldavia, enfocándose en las zonas rurales en el noroeste del país. Durante su recorrido, fue invitado por los monjes del monasterio de Saharna a pasar la noche allí. “Me siento algo nervioso porque nunca antes había hecho un peregrinaje en un monasterio”, comenta Marc en su vídeo, publicado en su cuenta de YouTube.

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El monasterio de Saharna en Rezina

El monasterio de Saharna, ubicado en el municipio de Rezina y a unos siete kilómetros del centro de la ciudad, está rodeado de montañas. Marc llegó en bus y caminando, y comenzó a documentar sus 24 horas dentro del recinto. “Hemos conseguido entrar en el monasterio de Saharna y nos han dado de comer sopa con fideos, legumbres, una empanada con pescado y muchísimo pan”, relató, mostrando los platillos y un comedor decorado con cortinas.

Marc continuó explorando el entorno antes de asistir a la misa diaria a las cuatro de la tarde. “Me puse a explorar los alrededores del lugar, ya que a las cuatro tendría que asistir a la misa diaria”, explicó. Durante su paseo, encontró paisajes verdes, puentes de madera y una poza con una cascada. Los edificios del monasterio destacaban por su estilo y colores ortodoxos.

Después del almuerzo, uno de los monjes lo llevó a su habitación. El acceso era a través de un patio con plantas, y la habitación contaba con un sofá cama, una pequeña cocina y baño. Marc asistió a la misa, que describió como una ceremonia de tres horas en rumano. Se quedó impresionado por las “túnicas negras, las decoraciones y el respeto hacia sus símbolos”.

“A las 8 nos ofrecieron cenar a todas las personas que habíamos asistido a la misa y a las 9 ya todo el mundo estaba en sus habitaciones”, continuó Marc. La cena fue similar al almuerzo. “La cena fue un poco rara”, confesó, explicando que estuvo con monjes y devotos que no dejaron de hablar y cuyo idioma no comprendió del todo.

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El horario del monasterio comenzaba a las 5:30 de la mañana. Marc se despertó temprano, alrededor de las 7:30, y disfrutó del entorno antes de desayunar nuevamente con los monjes. Después, se despidió del padre Bartolomé, quien lo había acogido, y dejó el monasterio.

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