Vladislav Púnchev
Sofía, 10 jun (EFE).- Una abstención récord del 70 % y la entrada en el Parlamento de un recién creado partido ultranacionalista prorruso son los principales efectos del hartazgo de los búlgaros ante la incapacidad de los principales partidos para romper el bloqueo político que llevó el domingo a celebrar las sextas elecciones en tres años.
Esta participación, tanto en las parlamentarias como en las europeas, que se celebraron al mismo tiempo, ha sido la más baja desde el fin de la dictadura comunista.
De las nacionales ha salido, de nuevo, un Parlamento muy fragmentando, con siete formaciones cuyos ataques y vetos cruzados impiden desde 2021 la formación de gobiernos estables.
De hecho, muchos analistas prevén que en otoño vuelvan a celebrarse elecciones generales.
Ganan los abstencionistas
“Ningún partido puede presentarse como ganador de estas elecciones porque ninguno lo es. El único ganador es el partido de los abstencionistas”, ha resumido la situación el politólogo Ivan Nachev.
Un mes antes de las elecciones, el Eurobarómetro reveló que la pobreza y la exclusión social son los principales problemas para el 48 % de lo ciudadanos de Bulgaria, un país con PIB per cápita más bajo de la Unión Europea.
La segunda preocupación de los búlgaros es la corrupción, en un país donde nunca un político o alto cargo ha sido condenado por esa causa.
La elevada abstención no se ha traducido en una pérdida en el porcentaje de votos a los principales partidos, responsables y protagonistas del bloqueo político, y que aparantemente mantienen a sus votantes más fieles
El populista GERB, que domina la política del país desde hace 15 años; el DPS de la minoría turca; el ultranacionalista Resurrección; el prorruso Partido Socialista y el antisistema Existe tal Pueblo han mantenido, más o menos, sus apoyos de abril de 2023, cuando se celebraron las últimas elecciones.
Sí ha perdido nueve puntos el europeísta PP-BD.
Lo que llama la atención es que el 20 % de los búlgaros -solo tres puntos menos que el ganador GERB- haya votado por partidos minoritarios, muchas veces con propuestas extravagantes, que no han entrado en el Parlamento.
“Los pocos votantes que acudieron a las urnas pegaron una sonora bofetada a toda la élite política, al apoyar a opciones marginales e incluso exóticas. Lo hicieron casi tantos como votantes tuvo el ganador. Es una buena lección para todos los viejos’ políticos», señala a EFE el politólogo Dimitar Mitev.
Estrellas fugaces
Otro fenómeno llamativo de la política búlgara es que casi en cada nueva elección aparece una opción política que logra un rápido éxito con promesas de renovación y que poco después acaba marginada o desaparece.
Le ocurrió a Simeón de Bulgaria, el exmonarca que en 2001, con un partido creado once meses antes de las elecciones, fue elegido primer ministro con casi mayoría absoluta y que en 2009 ya había perdido toda representación parlamentaria.
Le pasó en parte al GERB, que aunque sigue ganando las elecciones, ha perdido la influencia que tuvo entre 2009 y 2021. Y fue el caso de Existe tal Pueblo, que de ser el partido más votado en 2021, con el 24 %, pasó este domingo a tener el 6 %.
El PP-DB, una alianza europeísta con un mensaje de renovación y anticorrupción que apareció como un revulsivo a los partidos tradicionales, ha ido del 24 % de abril de 2023 al 14,5 % en los comicios de ayer.
Según el politólogo Nachev, ese ciclo constante de partidos que surgen con fuerza y se marchitan ha alcanzado un nivel amenazante.
El nuevo recién llegado es Grandeza, creada hace solo un año por un excoronel del Servicio Nacional de Protección, que entrena a sus seguidores en tácticas militares y que ha logrado ahora el apoyo del 4 % de los búlgaros y entrar en el Parlamento, con un mensaje prorruso y ultranacionalista. EFE
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