El pueblo andaluz que tiene en sus calles los cuadros de Sorolla

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Limitando con Portugal y junto a la desembocadura del río Guadiana, el municipio de Ayamonte se presenta como uno de los más bonitos de todo el panorama nacional. Sus playas de arena blanca, sus callejuelas empedradas y los muros de sus casas llevan a esta localidad al punto álgido de la belleza.

Así, esta joya escondida en el corazón de Andalucía se introdujo en la historia del arte nacional. Los trazos de Sorolla, el pintor valenciano, se abren paso entre sus calles.

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Ayamonte y Sorolla: un romance pictórico

Al conocer las estrechas callejuelas de Ayamonte, se hace evidente que cada esquina es un recuerdo inmortalizado por Sorolla. La arquitectura blanca se erige como testigo de las pinceladas del maestro, quien logró capturar la esencia andaluza en cada trazo. Más que un simple pueblo, Ayamonte es un lienzo donde la luz baila con la sombra y donde el tiempo parece detenerse entre las fachadas y las puertas de vivos colores.

Dentro de los muros de la iglesia de las Angustias, el pincel del artista plasmó la serenidad de una tarde andaluza. La luz dorada del atardecer, capturada en uno de sus cuadros, cobra vida en los cielos de Ayamonte, donde los tonos ocres se entremezclan con la brisa marina que acaricia las costas. En la Plaza de la Laguna, el reflejo de la fuente se convierte en un baile acuático. Tanto, que parece que las ondas pintadas por Sorolla siguen deslizándose hoy por las piedras desgastadas de la plaza. El estilo distintivo del valenciano, marcado por la luminosidad y la representación naturalista, se hace presente en cada rincón de Ayamonte. Así, cada espacio es un lienzo llevado a la vida. Cada color, es la huella de un pincel.

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Qué ver en Ayamonte

El recuerdo de las vistas de Ayamonte es el mejor regalo que se pueden llevar quienes lo visiten. Desde el parador de la localidad, construido sobre un antiguo castillo a orillas del río, se puede contemplar el prestigioso puente nacional de Guadiana, que une al municipio con la localidad portuguesa de Castromarín, en el distrito del Faro.

El barrio de la Villa, donde se encuentran las iglesias de El Salvador, San Francisco y San Sebastián, es el más antiguo de la zona, y así lo atestiguan sus calles. Por otro lado, el barrio de la Ribera, que amplió la ciudad en el siglo XX, alberga otras construcciones de interés como el palacio la Casa Grande, de estilo indiano, el ayuntamiento, el histórico cine Gardenio y templos como San Antonio, las Angustias y la Merced.

Además, destacan el Baluarte de las Angustias, una fortificación de la Edad Moderna, y el Paseo de la Ribera, la Plaza de la Laguna, el parque Prudencio Navarro, el edificio Jovellanos con el museo cofrade y el museo de Muñecas, que enriquecen el paisaje urbano de una ciudad llena de historia.

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