A punto de cumplirse ocho meses desde que la pareja se dio el ‘sí, quiero’ en Aldea del Fresno, aquel día sigue siendo muy recordado por Tamara Falcó e Íñigo Onieva. También lo es para algunos de los invitados de la gran fiesta, así como para quienes participaron en la organización del gran día. Ese es el caso de Lola González.
La coreógrafa ayudó al matrimonio con los pasos de baile para el banquete y hoy hemos podido hablar con ella para descubrir más datos sobre cómo fueron los ensayos previos. Con cariño, recordaba cómo el humor estuvo presente en cada ensayo y cada prueba: «El humor que tienen, tienen mucho humor trabajando y bueno, ahí estábamos ensayando y tenían mucho humor los dos».
Aunque no faltaron las risas, Lola González destapaba un aspecto de la pareja que dificultó el aprendizaje. Resulta que Tamara e Íñigo no eran puntuales con las horas de los ensayos e, incluso, tuvo que darles un tirón de orejas con el que consiguió que se tomaran más en serio los ensayos: «Yo ya cuando les dije que en el mundo del baile hay que ser puntuales, ya a partir de ahí ya vinieron todos puntuales».
También confesaba que llegó a sobrepasarle la presión mediática y el interés que levantaba la boda de la marquesa de Griñón. Cuando se casaron, pudo sentir, al fin, el alivio después de tantas semanas de preparativos: «Yo me quedé muy tranquila ya cuando se acabó aquella locura, pero es que no me esperaba esa avalancha de gente y ese interés por una coreografía de boda, pero bueno, la verdad que muy bien».