Miles de asistentes y un inesperado invitado: sorpresas en la despedida del papa Benedicto XVI

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El número de visitantes que han acudido a la capilla ardiente de Benedicto XVI, más de 65.000 personas en el primer día, ha superado con creces las expectativas del Vaticano

Mientras decenas de miles de fieles visitan por segundo día consecutivo la capilla ardiente del fallecido papa Benedicto XVI, sorprendiendo a las expectativas iniciales del Vaticano, la incógnita de qué jefes de Estado y líderes mundiales acudirán a su despedida final ha empezado a resolverse. A diferencia de lo que se suele hacer cuando mueren los papas y para respetar la voluntad de Joseph Ratzinger de unas exequias discretas, el Vaticano solo ha invitado oficialmente al funeral a Italia y Alemania, el país de nacimiento del pontífice emérito, al funeral del jueves. Los líderes y dignatarios que quieran acudir, lo harán a título personal. Una anomalía que ha dado espacio a las sorpresas.

La lista de los que quieren participar no ha parado de crecer en las últimas horas. De momento, desde España, también viajarán la reina Sofía —en representación de la Corona española—, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y la embajadora española ante la Santa Sede, Isabel Celaá. En la lista también están incluidos el rey Felipe de Bélgica; el presidente de Polonia, Andrzej Duda; el presidente de Portugal, Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa; el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier; el presidente italiano, Sergio Mattarella; el presidente húngaro, Katalin Novak, y el gobernador de Baviera, Markus Söder. Por otra parte, este martes, llegó al Vaticano el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien viajó —junto a su esposa, Aniko Levai— especialmente desde su país para presentar sus respetos ante los restos mortales del fallecido líder católico.

Sin embargo, la presencia más llamativa está destinada a ser la del metropolita Antonji, quien en junio fue nombrado como ‘ministro de Exteriores’ del patriarca Cirilo. Este último es el jefe de la Iglesia ortodoxa rusa y ha llamado la atención por su ferviente apoyo a Vladímir Putin en la guerra de Ucrania, lo que ha dañado mucho su relación con el actual papa, Francisco.

Además de ello, católicos y ortodoxos también tuvieron altibajos durante el pontificado de Benedicto. Una gran crisis se desarrolló en 2007 cuando el Vaticano aprobó un documento en el que reafirmaba la posición del Vaticano de que todas las otras creencias cristianas, aparte del catolicismo, no eran iglesias de Jesucristo propiamente dichas. Unas ideas que confirmó también en 2011 cuando, durante una cumbre entre comunidades religiosas en Assisi (Italia), no incluyó la oración simultánea común que había sido impulsada por Juan Pablo II en el inicio de estos encuentros en 1986. Aun así, está previsto que Antonji esté en Roma el jueves para los funerales de Benedicto, al que Cirilo ya calificó en estos días de «eminente teólogo» y defensor de los «valores tradicionales». «La autoridad incontestable de Benedicto XVI como eminente teólogo le permitió contribuir de manera significativa al desarrollo de la cooperación intercristiana, al testimonio de Cristo ante un mundo secularizado y a la defensa de los valores morales tradicionales», añadió el patriarca ruso. En paralelo, el líder grecocatólico ucraniano Sviatoslav Shevchuk, que se encuentra en el bando opuesto a los ortodoxos rusos en el conflicto ruso-ucraniano, también envió un saludo al fallecido Papa emérito.

Este jueves, el papa Francisco presidirá las exequias de otro papa. Se trata de una circunstancia inédita. La despedida del fallecido Benedicto XVI, que en vida fue considerado el Rottweiler de Dios, un inflexible conservador y un intelectual al que le costaba conectar con la gente, está sorprendiendo en estos días a Roma y al mundo por las novedades. Nadie sabe, por ejemplo, cuántos fieles pasarán a darle su último adiós hasta las 19:00 del miércoles, momento en el que la basílica de San Pedro se cerrará para su funeral del jueves. Ya nadie tampoco se atreve a apostar. Las cifras del lunes, primer día de la exposición pública del cuerpo, ya han superado con creces las previsiones. El prefecto de Roma, Bruno Frattasi, había estimado que unas 35.000 personas pasarían por la capilla ardiente cada uno de los tres días en los que se ha previsto su apertura. Se desconoce cómo se llegó a esa cifra, pero la lógica quiere que la comparación fuera también con el carismático Juan Pablo II, el papa polaco muerto en 2005, que en vida congregaba a masas y cuya muerte transformó en su momento a Roma en una ciudad tomada por millones de peregrinos.

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