En la línea de fuego de Líbano, las tropas españolas patrullan entre alertas y destrucción

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Noemí Jabois

Burj al Maluke (Líbano), 13 jun (EFE).- A primera hora del que sería uno de los días más intensos en ocho meses de hostilidades entre el grupo chií libanés Hizbulá y las fuerzas israelíes, una patrulla de cascos azules españoles recibe el aviso de que se ha activado una alerta nivel 2.

Como manda el protocolo, el grupo se dirige inmediatamente a la posición de la misión de paz de la ONU en el Líbano (FINUL) más cercana, algo que les toca hacer bastante a menudo en medio de la escalada que desde octubre golpea su área de operaciones en el sur del país mediterráneo.

Otra patrulla española llega para refugiarse en la misma base, a menos de dos kilómetros de la frontera con Israel, donde las horas van pasando mientras desde el helipuerto se puede observar en la distancia el humo de algún impacto en la montaña.

De vez en cuando, se escucha el zumbido de los drones o alguna que otra explosión lejana. «Otro saludo», bromea uno de los militares.

Bien entrada la tarde, ocho horas después de su activación, la alerta que pesaba sobre todo el sector Este es levantada y los cascos azules pueden finalmente abandonar las instalaciones para continuar con sus actividades.

Un día intenso en la frontera

Según comentaron, fue con diferencia la alerta de ese tipo más prolongada desde que llegaron al Líbano el mes pasado, cuando tuvo lugar la última rotación de tropas españolas.

Durante la espera en la mañana del miércoles, el Ejército israelí anunció la llegada de al menos 160 cohetes hacia diferentes puntos del norte del país, incluida la región de Baja Galilea, más alejada de la frontera común donde se suele concentrar su fuego cruzado con Hizbulá.

Y es que en las horas anteriores la formación chií había perdido a un importante comandante, su baja de más rango desde el inicio de los choques, lo que le llevó a lanzar un total de 19 ataques a lo largo de la jornada, muchos de ellos de gran envergadura, según confirmó en una serie de comunicados.

El jefe de una de las patrullas españolas que se refugiaron en la base, el teniente Jesús Sánchez Burgos, explicó a EFE que la frecuencia de las alertas no sigue ningún patrón específico y que «depende del día».

«Cuando salimos de patrulla tenemos (…) nuestra zona de responsabilidad dividida en zonas de seguridad, y las van activando dependiendo de la probabilidad de impacto sobre dichas zonas. Cuando toca el nivel 2 o el nivel 3 nos tenemos que acoger a la posición más cercana», indicó.

«En este caso, estábamos de patrulla, han tocado nivel dos y nos hemos tenido que acoger a la posición 966, la posición de los serbios», agregó el jefe de sección.

Cada patrulla está formada por dos vehículos -con un jefe, conductor, tirador y operador en cada uno de ellos-, que tratan de velar por el cumplimiento de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que puso fin a la guerra de 2006 entre Israel y Hizbulá.

«Nuestra misión aquí es vigilar el cese de las hostilidades entre ambos Estados, apoyar a las Fuerzas Armadas Libanesas (LAF) y estamos patrullando para eso (…) Pero la situación ahora mismo es un poco complicada, con lo cuál esa vigilancia de ese cese es un poco más complicado», reconoció Sánchez.

Pueblos fantasma

Antes de activarse la alerta, el grupo al que se unió EFE pudo desarrollar parte de su patrulla por la divisoria de facto entre ambos países, pasando también por pueblos fantasma salpicados de casas o negocios destruidos, y montañas de escombros, como Kafr Kila.

En otras zonas del área de operaciones española, como el denominado «corredor cristiano», la vida «es normal» y buena parte de la población continúa en la zona pese al estallido de violencia, explicó el teniente.

En el sur del Líbano, están desplegados cerca de 700 militares españoles, la gran mayoría en este contingente parte del sector Este, con un total de 3.500 cascos azules de diferentes nacionalidades.

Su portavoz, el teniente coronel José Irisarri Antón, dijo a EFE que las fuerzas llevan un recuento de los incidentes de seguridad, registrando el tipo de proyectil, armamento utilizado y la estimación de los daños causados.

Pero recordó que el objetivo principal de las patrullas es dar cumplimiento a la resolución 1701, es decir, «intentar que en la zona no haya milicias ni personal armado que no sea perteneciente a las Fuerzas Armadas Libanesas», en sus palabras.

En este sentido, el teniente coronel destacó que, de hecho, intentan que alrededor del 25 % de sus patrullas sean conjuntas con las tropas del Líbano.

«En caso de que localicemos algo que puede suponer un punto de lanzamiento de misiles o de morteros se informa a las LAF, ellos son los responsables de controlar que no haya nada y si hay algo requisarlo, y luego destruirlo», concluyó. EFE

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(foto)(vídeo)

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