Normalizando completamente sus visitas a nuestro país, y apenas un mes después de su último viaje a España, el Rey Juan Carlos aterrizaba en Vitoria el pasado martes 14 de mayo para someterse a un chequeo médico antes de poner rumbo a Sanxenxo para -esa era su intención- participar en las regatas del campeonato de España de la categoría 6M de vela al timón de ‘El Bribón’.
Casualidades de la vida, el Emérito se encontraba con el Rey Felipe VI en el aeropuerto de la ciudad vasca y, presumiendo de su buena relación, ambos protagonizaban una emotiva y breve conversación de apenas 10 minutos de duración, puesto que el monarca tenía que presidir en Hernani un acto por el centenario del nacimiento del artista Eduardo Chillida.
Tras este inesperado y emocionante reencuentro con su hijo, Don Juan Carlos visitaba la clínica de su médico de confianza, el doctor Eduardo Anitua, y tras varias horas en Vitoria a media tarde volaba al aeropuerto de Santiago, puesto que el de Vigo está en obras. De ahí se dirigía directamente a la casa de su íntimo amigo Pedro Campos en Sanxenxo, su cuartel general cada vez que visita nuestro país.
Y si en su última visita el Emérito mantuvo un perfil bajo y apenas abandonó la residencia del armador del ‘Bribón’, en esta ocasión ha disfrutado de algunos de sus planes favoritos. Comió con su grupo de amigos en una de las marisquerías más exclusivas de la zona, D’Berto en la localidad de O Grove, y a pesar de que las condiciones meteorológicas no eran las más favorables -por el intenso viento- y no pudo participar en la regata, no dejó pasar la ocasión de animar a su tripulación y seguir la competición desde una embarcación semirígida, ‘La Cristina’.
Un viaje en el que Don Juan Carlos ha recibido la visita de su hija la infanta Elena, y de Cristina de Borbón Dos-Sicilias -hija del fallecido infante don Carlos, Duque de Calabria, el primo más cercano al Emérito-, con las que volvía a degustar sus platos favoritos de la gastronomía gallega durante una cena en el Club Náutico de Sanxenxo, donde se siente como en casa.
El broche de oro a esta visita de cinco días a España lo ponía saliendo a navegar con doña Elena el domingo. Confidencias, sonrisas y un ambiente relajado a pesar de que en esta ocasión no se ha subido al ‘Bribón’. Todo lo bueno llega a su fin y después de comer el Emérito abandonaba Sanxenxo en el sitio del copiloto del coche de Pedro Campos para poner rumbo al aeropuerto de Lavacolla, Santiago, donde cogía un avión privado a Abu Dabi feliz tras la confirmación definitiva de que sus viajes a nuestro país están más que normalizados.