El retablo ayacuchano tiene sus raíces en las tradiciones artísticas andinas y la influencia española. (lum.cultura.pe / lamula.pe)
Cada país alberga en su esencia una colección de artesanías que define y caracteriza su cultura, como un reflejo de su historia, sus valores y su visión del mundo. Estas piezas artísticas, nacidas del ingenio y la dedicación de los artesanos, no son meras creaciones; representan el alma de un pueblo y su conexión intrínseca con el pasado. Al apreciar estas obras, comenzamos un viaje lleno de sentimientos que nos hace dialogar, compartir y enriquecer el vasto mosaico de la humanidad.
El Perú no es ajeno a esta realidad, ya que sus artesanías reflejan la riqueza de su cultura prehispánica, así como la fusión cultural que se dio con la llegada de los españoles durante la conquista del Tahuantinsuyo. Esta mezcla de tradiciones se manifiesta en la variedad de expresiones artesanales que abarcan desde la textilería, con sus colores particulares y complejos diseños que tienen sus raíces en técnicas milenarias, hasta la cerámica, la orfebrería y el tallado en madera.
Ahora bien, el retablo representa una artesanía que manifiesta la fusión cultural de manera excepcional. Esta expresión artesanal representa una fusión de la cosmovisión andina con la iconografía cristiana introducida durante la conquista española. Se caracteriza por sus complejas escenas religiosas y cotidianas representadas en cajas de madera policromada, evidencia la habilidad y creatividad de los artesanos peruanos.
Así luce un retablo con temática navideña. (el60abelen.blogspot.com)
Habiendo comentado ello, es pertinente dar a conocer la historia del retablo ayacuchano. Esto con el fin de conocer la importancia de este elemento cultural del Perú, que en el 2019 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Origen e historia del retablo ayacuchano
El retablo ayacuchano tiene sus raíces en las tradiciones artísticas andinas y la influencia española, convirtiéndose en un símbolo de la herencia cultural del Perú, especialmente de la región de Ayacucho. Este arte surgió en la época colonial, cuando los misioneros españoles lo introdujeron como medio para evangelizar a las poblaciones indígenas.
Esta pieza artística, en su forma actual, ha sufrido una transformación a lo largo de los siglos, experimentando cambios tanto en su estructura como en su denominación. Por ejemplo, antes de que adopte el nombre de retablo, se le conocía como ‘Cajas de San Marcos’, las cuales eran elaboradas en madera y llenas de figuras religiosas.
Estas cajas portátiles, que contenían imágenes religiosas y figuras de santos, eran utilizadas por misioneros y sacerdotes españoles para facilitar la enseñanza de la fe católica a las poblaciones indígenas en territorios donde el acceso a iglesias era limitado o inexistente. Las cajas funcionaban como altares móviles, lo cual resultaba especialmente útil en regiones remotas y durante las expediciones de conquista y colonización.
Las cajas o capillas de santero fueron utilizadas frecuentemente durante el proceso de evangelización. (laurafloresartepopular)
Pero las ‘Cajas de San Marcos’ no son las creaciones artísticas primigenias. Sobre este tema en cuestión, María Eugenia Ulfe escribió lo siguiente en su libro “Cajones de la memoria: La historia reciente del Perú a través de los retablos andinos”. “Los españoles trajeron al Perú las primeras cajas o capillas de santero. Estas cajas se reconocen como los antecedentes de los sanmarcos; aunque poco o casi nada se sabe acerca de su incorporación en los rituales andinos. Tampoco se conoce muy bien el proceso por el cual llegaron a convertirse en sanmarcos. (…)”.
“Las cajas o capillas de santero, caracterizadas por llevar en su interior la imagen de un santo para ser presentadas a los nativos, fueron utilizadas frecuentemente durante el proceso de evangelización desarrollado por los españoles. Aunque con el avance del tiempo los sanmarcos mantuvieron la presencia de las imágenes religiosas en su interior, no obstante estas se ubicaron, como hoy en día, en un piso superior, dejando el nuevo espacio inferior para las escenas como la marcación del ganado (ceremonias conocidas como herranzas)”, agregó la investigadora.
Es menester precisar que en las capillas de santero, al igual que en las ‘Cajas de San Marcos’, se destacaban las representaciones de imágenes de santos. Tales como San Antonio, patrón de los caballos, mulas y arrieros; San Marcos, patrón del toro y protector de los animales en general; Santa Inés, patrona de las cabras; San Juan el Bautista, patrón de las ovejas; y San Lucas, patrón del león.
Claudio Jiménez, curador del Museo IRA-PUCP, también se refirió a los orígenes de la artesanía de Ayacucho. “Los primeros retablos eran conocidos como ‘Cajones de San Marcos’. (…) Cada animal estaba relacionado a un tipo de santo. La gente los utilizaba para ceremonias importantes como la marcación del ganado, pagos a la tierra que se hacían”, señaló.
Ayacucho celebra la Navidad con retablos andinos que fusionan espiritualidad y artesanía. (Andina)
El investigador agregó que cuando los ‘Cajones de San Marcos’ adoptaron el nombre de retablo, se empezaron a retratar temas como las sombrererías, la cosecha de la tuna, el techado de las casas, las faenas agrícolas, entre otras. Esto sucedió en la década de 1940.
La temática del retablo que inicialmente no tuvo aceptación
En la década de 1940 se originaron importantes obras de arte popular, destacándose la utilización de las ‘Cajas de San Marcos’ como fuente de inspiración para el diseño de escenas que evocan la cultura y las tradiciones de distintas comunidades. Estas representaciones artísticas ―que desde aquel tiempo se denominan retablo― abarcan una amplia gama de temáticas costumbristas, incluyendo las corridas de toros, peleas de gallos, fiestas y danzas tradicionales, así como escenas rurales y labores agrícolas.
Estos temas recibieron acogida, pero existió uno que no colmó las expectativas de los peruanos. Se trata del asunto social. Sobre este tema, la investigadora Ulfe dijo lo siguiente: “A inicios de los años de la década de 1980, no había una clientela interesada por esos temas; además Huamanqaqa les solicitaba retablos con termas comerciales. (…) Los temas de violencia o de comentario social fueron bien recibidos entre intelectuales peruanos y extranjeros, políticos y coleccionistas de arte. Este grupo de personas se sentía atraído por la cualidad narrativa de estos retablos y por el hecho de que estos pudieran transmitir imágenes vívidas de la violencia política que se vivía en ese momento”.
Florentino Jiménez, junto a sus hijos Claudio y Edilberto, originarios de Ayacucho, fueron pioneros en representar a través de sus retablos el periodo de violencia terrorista que afectó gravemente a su región. Destacaron por crear el primer retablo en homenaje a los periodistas que perdieron la vida en Uchuraccay. Esto significó el inicio de la utilización de esta expresión artística para documentar hechos coyunturales.
Edilberto Jiménez, retablista ayacuchano. (lum.cultura.pe)
Nicario Jiménez fue testigo de la casi nula acogida del retablo con trasfondo social. De esto también dio cuenta María Eugenia Ulfe en su libro “Cajones de la memoria: La historia reciente del Perú a través de los retablos andinos”. “Para mediados de los ochenta, Nicario compró una casa en Barranco ―distrito de clase media en Lima―. Su éxito vendiendo retablos en los que representaba la violencia, sobre todo uno titulado ‘Pishtaco’, lo ayudó a ahorrar dinero. (…) Y fue en Barranco, en la librería El Portal, donde inauguró la primera exhibición de retablos de contenido social sobre el periodo de violencia”, indicó.
Sin embargo, esta exhibición artística, caracterizada por mostrar escenas de violencia en retablos, generó un divisivo debate en la comunidad local de ese entonces. Críticos tacharon la muestra como “los retablos infelices”, argumentando que la sociedad, ya azotada por la violencia, no necesita representaciones artísticas de la misma.
Esta controversia no disuadió a Nicario, quien logró vender varias piezas a coleccionistas de arte. Este episodio marcó para el artista la importancia de buscar nuevos horizontes y, con la ayuda de Steve Stein, decidió explorar oportunidades en Estados Unidos, considerando que Lima resultó ser un escenario demasiado conservador para sus aspiraciones.