David Ramiro
Madrid, 31 may (EFE).- El Rayo Vallecano cumple cien años como símbolo de resistencia de un barrio que se siente plenamente identificado con su equipo. Su existencia ha conseguido desafiar los límites del propio deporte y genera una masa social que también redunda en una actividad económica que sustenta el comercio local y de proximidad.
A diferencia de otros clubes de la propia ciudad como Real Madrid y Atlético, con una cantidad de aficionados y abonados difícil de cuantificar, repartidos además por toda España y todo el mundo, el Rayo Vallecano es todo lo contrario. Es un club atípico, especial, con una afición tremendamente arraigada en un determinado entorno y que, además, es sinónimo de compañerismo y reivindicaciones sociales con el fútbol como eje gravitatorio.
Los distritos de Puente de Vallecas (240.000), donde está el estadio, y Villa de Vallecas (120.000), donde está ubicada la Ciudad Deportiva, suman un total de 360.000 habitantes, según datos del ayuntamiento de Madrid. Esa población harían a Vallecas, en caso de ser una ciudad, la décima más poblada de España, por delante de algunas como Alicante (350.000), Bilbao (348.000), Córdoba (325.000), Valladolid (300.000) o Granada (232.000).
Cumplidos cien años de historia, y tras los festejos correspondientes, uno de los retos más inmediatos que tiene el presidente Raúl Martín Presa es el de definir qué va a pasar con el estadio. La afición quiere que se mantenga en el mismo emplazamiento, pero con una reforma integral para mejorar la seguridad, accesibilidad y limpieza mientras que la propiedad no descarta mudarse a otra zona de Vallecas para poder hacer uno nuevo que tenga mayor capacidad.
«Hemos agotado esta temporada las localidades en casi todos los partidos, algo que demuestra que el Rayo interesa y que está creciendo. Tenemos lista de espera y por eso el Rayo Vallecano necesita aumentar la capacidad del estadio. Construir uno nuevo, moderno y con más capacidad sería lo ideal y lo que queremos es estar cerca del barrio. Estamos estudiando las posibilidades», confiesa a EFE Raúl Martín Presa.
El actual estadio del Rayo, propiedad de la Comunidad de Madrid y situado en la Avenida de la Albufera, la principal arteria del barrio de Vallecas, se ha quedado «obsoleto».
Esa es la opinión que mantienen Raúl Martín Presa y también Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que ha declarado en varias ocasiones públicamente que el Rayo «necesita un estadio adaptado a la realidad de estos tiempos» y que, por ello, llevan un tiempo «buscando una nueva ubicación» con el club.
El cambio de ubicación no lo quiere la afición, como lo han hecho saber en reiteradas ocasiones con pancartas dentro del estadio, comunicados a través de las federaciones de peñas y redes sociales. Tampoco todo el tejido empresarial y el comercio local que se aprovecha del tirón y arraigo del equipo.
Los días de partido, tanto en la Avenida de la Albufera como en Arroyo del Olivar y demás calles aledañas, los bares y restaurantes se llenan y en pocas horas multiplican sus ganancias. También los comercios pequeños que venden comida o refrescos sin tener mesas para consumir en sus instalaciones.
Para ir al Santiago Bernabéu o el Metropolitano, la gran mayoría de la gente realiza un trayecto largo y llega de diferentes partes de la ciudad o de pueblos de la Comunidad de Madrid. Ve el partido y se marcha. En Vallecas eso generalmente no ocurre. La gente es del barrio, da un pequeño paseo o coge el metro dos o tres paradas y está disfrutando del ambiente y el encuentro.
«Ser del Rayo va más allá del resultado del partido. Prima el fútbol, pero también las relaciones sociales. La gente del Rayo no hace falta que quede de antemano porque sabe que el día de partido, a tal hora, se encontrará con sus amigos y conocidos. El Rayo es un factor de cohesión social y teje redes de relaciones. Uno habla del taller que conoce, otro de la empresa que hace tal, otro de lo que ha comprado en la tienda de tal calle… Eso también se transforma en un consumo indirecto en diferentes comercios de la zona», declara Antonio Luquero, director de Vallecasweb, medio de comunicación especializado en informaciones del barrio.
En el último informe oficial presentado por el Rayo a este respecto, realizado por PricewaterhouseCoopers en 2019, el club generó 267 millones de euros y un 1% del empleo total en Vallecas estaba relacionado con el equipo, siendo su impacto en la Comunidad de Madrid un 0,07% del PIB.
En los últimos años, el Rayo se ha transformado por completo, tanto a nivel deportivo como social, desde la llegada a la presidencia de Raúl Martín Presa. Tenía el club 40 millones de deuda. Hoy, aunque es uno de los más bajos de Primera, tiene 52 millones de presupuesto, un límite salarial de su plantilla de 51,3 y un valor de plantilla de 68,6 millones de euros, según el portal especializado Transfermarkt.
La pasada temporada, respecto a los ingresos, el Rayo Vallecano aumentó un 5,5% su volumen de negocio, hasta los 55,2 millones de euros. Del total, los ingresos por retransmisión se mantuvieron como la principal fuente de ingresos, reportando al club vallecano algo más de 46 millones de euros.
La bonanza económica basada en la contención de gastos y su equiparación con los ingresos ha permitido al Rayo pasar de un club vendedor a uno en el que los futbolistas renuevan y quieren continuar. Un ejemplo es cuando la pasada campaña se renovó a Isi Palazón, una de sus estrellas, hasta 2028, o el importante desembolso realizado por Raúl de Tomás, con una cifra cercana a los doce millones de euros.
Recientemente el club también hizo una buena oferta de renovación al portero Stole Dimitrievski para seguir, aunque el macedonio renunció, no por una cuestión económica, sino para buscar nuevas metas a nivel deportivo en un equipo que peleé por títulos. EFE
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