Sídney (Australia), 29 may (EFE).- El primer ministro de Papúa Nueva Guinea, James Marape, vinculó este miércoles a las «lluvias torrenciales» la avalancha que enterró vivas a más de 2.000 personas, según las estimaciones de las autoridades locales, así como a otros desastres naturales que han asolado este año el empobrecido país.
El alud, registrado en la madrugada del pasado viernes, dejó enterrados bajo una capa de rocas y lodo de entre 6 y 8 metros de altura a unos 150 edificios, según la ONU, de un poblado de la provincia de Enga, en una zona montañosa proclive a inundaciones al norte de Papúa.
«Los habitantes de este poblado fueron a dormir por última vez sin saber que sería su último aliento. La naturaleza, a través de un catastrófico alud, sepultó la zona», dijo Marape durante un discurso en el Parlamento, al estimar en 2.000 las personas sepultadas.
Sin incluir el coste por esta avalancha, Marape cifró en 500 millones de kina (unos 128 millones de dólares o 118 millones de euros) el coste total de los desastres naturales registrados durante 2024 en el país.
«Este año hemos sufrido lluvias torrenciales que han causado inundaciones en zonas fluviales, la subida de las mareas en áreas costeras y corrimientos de tierra en varios lugares (…) Hemos afrontado patrones climáticos fuera de lo común y cambios drásticos con clima de seco a húmedo», remarcó el mandatario.
Tras cinco días de la gran avalancha, la mayor parte de la ayuda humanitaria comenzó a llegar este miércoles a la remota zona.
La distribución de ayuda humanitaria afronta dificultades, similares a las de las tareas de rescate, debido a la inestabilidad del terreno afectado y a problemas de acceso por el corte de carreteras cercanas.
Según cifras de la ONU, solo se han logrado recuperar 9 cuerpos, mientras que 7.849 personas se han visto afectadas por la avalancha, incluyendo a aquellas en riesgo de ser evacuadas y las que quedaron enterradas. EFE
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