El jefe del Ejército de Sudán, Abdelfatá al Burhan, ha recalcado que las Fuerzas Armadas no entregarán el poder a «traidores» y ha subrayado que todos los que no hayan apoyado a los militares en el marco de la guerra desatada hace casi un año con las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) no tendrán papel alguno en el futuro político del país.
«Esta batalla con los rebeldes ha dividido las filas y todo aquel que traicionara al pueblo no tendrá lugar entre los sudaneses», ha dicho, antes de recalcar que esto afecta «a los que conspiraron contra el pueblo sudanés, dentro y fuera del país», según ha informado la agencia estatal sudanesa de noticias, SUNA.
«No tendrán ningún papel en la futura gestión de este país. En absoluto. Este país sólo será gestionado por los que han hecho frente a la injusticia y a las violaciones por parte de la milicia –en referencia a las RSF–«, ha dicho Al Burhan, quien es además presidente del Consejo Soberano de Transición.
Así, ha hecho hincapié en que las Fuerzas Armadas «no entregarán los asuntos del Estado a partes internas o externas» que se hayan opuesto a ellas durante la guerra, al tiempo que ha asegurado que el Ejército y sus milicias aliadas «derrotarán a los rebeldes» de las RSF, encabezadas por su antiguo ‘número dos’, Mohamed Hamdan Dagalo, alias ‘Hemedti’.
Las declaraciones de Al Burhan llegan en medio de las expectativas sobre un reinicio de los contactos en la ciudad saudí de Yedá entre el Ejército y las RSF –mediados por Estados Unidos y Arabia Saudí–, una vez finalizado el mes de Ramadán, que supuso un parón en los inestables contactos entre las partes en conflicto.
El propio Al Burhan prometió el martes que las Fuerzas Armadas mantendrán sus operaciones contra las RSF –ahora declaradas una organización terrorista por parte de las autoridades de Sudán– «hasta que el último rebelde y traidor sea expulsado» y hasta que se recupere el control de «cada punto» del territorio sudanés.
La guerra estalló el 15 de abril de 2023 a causa de las fuertes discrepancias en torno al proceso de integración del grupo paramilitar –ahora declarado como una organización terrorista– en el seno de las Fuerzas Armadas, situación que provocó el descarrilamiento de la transición abierta en 2019 tras el derrocamiento del régimen de Omar Hasán al Bashir.
El conflicto ha dejado más de seis millones de desplazados internos –que se suman a los cerca de tres millones de desplazados previos– y ha empujado a más de 1,7 millones de personas a cruzar hacia países vecinos. Además, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) alertó en marzo de que la guerra podría convertirse «en la mayor crisis de hambre en el mundo», tras ser ya la mayor crisis de desplazamiento a nivel mundial.