El Gobierno de Estados Unidos ha condenado «enérgicamente» este miércoles las «recientes detenciones» por parte de los rebeldes yemeníes hutíes de personal de Naciones Unidas, diplomáticos y de varias ONG, así como los «esfuerzos» de la insurgencia por «difundir desinformación» sobre el papel del personal de la misión estadounidense detenido mediante ‘confesiones’ falsas y forzadas televisadas».
«Una vez más, los hutíes buscan utilizar la desinformación para echarle la culpa a Estados Unidos y otros actores externos de sus propios fracasos», ha señalado el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, a través de un comunicado, en el que considera que estas acciones «reflejan un descarado desprecio por la dignidad del pueblo yemení y de las personas que -contrariamente a las mentiras de los hutíes- se han dedicado a mejorar su país».
Washington ha sostenido que sus medidas «contrastan marcadamente con las acciones de los hutíes que los han retenido sin justificación durante más de dos años y medio»: «Las detenciones, y la del personal de la ONU, son una afrenta a las normas diplomáticas y deberían ser liberados de inmediato. No descansaremos hasta que lo estén», ha concluido.
Entre los detenidos figuran seis trabajadores de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y uno de la oficina de Grundberg, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Junto a ellos fueron detenidos otros once miembros de la sociedad civil yemení. Además, cuatro trabajadores de la ONU ya estaban bajo custodia tras ser arrestados entre 2021 y 2023, y eran miembros de la UNESCO y la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Los rebeldes aseguraron que habían desmantelado una importante red de espionaje liderada por Estados Unidos e Israel que operaba desde 2015 para recopilar información militar y de seguridad a la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, CIA y al servicio de Inteligencia exterior de Israel, el Mossad, con el objetivo de debilitar a sus fuerzas. La estructura habría funcionado al amparo de organizaciones internacionales y agencias de la ONU camuflada con labores de trabajo humanitario.
Estas detenciones han tenido lugar en medio del ahondamiento de la crisis humanitaria en Yemen, donde cerca de una década de conflicto entre los rebeles y las autoridades reconocidas internacionalmente han dejado a 17,6 millones de personas –la mitad de la población– en situación de inseguridad alimentaria.
Asimismo, 4,5 millones de personas siguen desplazadas dentro del país, según datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), incluidas muchas que se han visto desplazadas en varias ocasiones a causa del conflicto.