Por Neil Hall
Barnet (Reino Unido), 16 abr (EFE).- Pequeños bosques del tamaño de una pista de tenis para paliar la contaminación en las grandes ciudades y concienciar sobre la importancia del medio ambiente. Bajo esa premisa, una ONG ha creado en zonas urbanas del Reino Unido pequeños pulmones verdes gestionados por la comunidad en los que la fauna y la flora son protagonistas.
Se trata de «Tiny Forests» (en inglés “Pequeños Bosques”), una innovadora campaña promovida por la organización medioambiental Earthwatch Europe y con la que ya se han creado más de 240 ‘minibosques’ por todo el país desde que se puso en marcha en 2020, en plena pandemia de coronavirus.
Según sus datos, en total ya suman más de 139.000 árboles plantados en diversas áreas que suman casi 47.900 m2 del país y, a modo de anécdota, en la que se han registrado hasta 21 especies de mariposas diferentes.
«Con más del 80% de la población del Reino Unido viviendo en zonas urbanas, nunca ha sido tan importante que tengamos más espacios verdes en nuestras viviendas», explica en uno de estos ‘minibosques’ de Barnet, a las afueras de Londres, Louise Hartley, directora de programas de Earthwatch Europe.
Hartley añade que, con el escaso espacio disponible en las zonas urbanas de la capital londinense, los bosques diminutos son la solución «perfecta» para oxigenar las grandes ciudades.
Estos bosques en miniatura sólo necesitan una parcela de 200 metros cuadrados -aproximadamente el tamaño de una pista de tenis-, por lo que pueden plantarse fácilmente en los cada vez más escasos espacios no utilizados de las ciudades modernas.
Este método fue desarrollado en los años 70 por el botánico japonés Akira Miyawaki y utiliza plantaciones muy densas con especies autóctonas. A pesar de su pequeño tamaño, estos bosques albergan hasta 600 árboles de distintas especies autóctonas, desde robles a abedules, pasando por diversos tipos de arbustos.
Su proximidad a las zonas urbanas beneficia tanto a la población como a la fauna: «Realmente intentamos crear un ecosistema forestal pequeño y diverso que cree un refugio para la fauna y también una oportunidad y un espacio para que la gente venga a relajarse en la naturaleza. Hay muchas pruebas que demuestran que los árboles y los espacios verdes son muy importantes para la salud y el bienestar de las personas», añade Hartley.
Pero el proyecto no se limita a proporcionar espacios para el descanso y la relajación: la participación activa de la población local es un pilar clave para ayudar a mantener los bosques y llevar a cabo investigaciones sobre la altura y anchura de los árboles, el nivel de eliminación de la huella de carbono, la biodiversidad y la salud de la atmósfera dentro del bosque.
«Hay muchos aspectos en los que la gente puede participar, algo que también abre a las familias al campo de la ciencia. Todo el mundo puede formar parte de lo que hacemos aquí», explica por su parte Paul Salman, guardabosques voluntario.
Una iniciativa no solo para adultos, ya que los niños participan y reciben «conocimiento científico y de la naturaleza, ya que se anima a la comunidad a volver a visitar el bosque y verlo crecer a lo largo de los años», afirma.
Conectar a la gente con la naturaleza y la vida salvaje a través de la ciencia es uno de los principales objetivos del proyecto, explica Hartley, que apunta a que estos ‘ciudadanos-científicos» son cruciales para recopilar datos y supervisar el progreso de los bosques.
Uno de estos voluntarios es Daniel Mermelstein, de Londres, que explica cómo el proyecto ofrece un «gran punto de encuentro» para «tocar» la naturaleza, ser testigo y registrar el impacto del calentamiento global y la actividad humana en la naturaleza.
«Permite entender cómo funcionan los bosques. Puedes tener una experiencia práctica de cómo funciona la naturaleza y, en particular, ver cómo funcionan cosas como la captura de carbono», añade.
Aparte de la captura de la huella de carbono, algunos de los otros beneficios medioambientales de los «Bosques diminutos» son la mejora de la biodiversidad -ya sea del suelo, la vida vegetal y la fauna-, asistir al proceso de polinización, convertirse en hogar y alimento para las aves e incluso gestionar las inundaciones, concluye Hartley. EFE
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