Dirigentes de su partido reconocen que la petición no tiene posibilidades de protestar. El único objetivo sería provocar malestar en la calle protestas.
El camino hacia el 1 de enero, día marcado para la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente de Brasil, será largo: el pedido de anulación de parte de los votos del balotaje del 30 de octubre, presentado por el partido del presidente Jair Bolsonaro, enrarece el clima político. Y a eso se suma la certeza de que el jefe de Estado no le entregará la simbólica banda presidencial a su sucesor.
El Partido Liberal (PL) alega que no es posible auditar las urnas electrónicas fabricadas antes de 2020, y que Bolsonaro ganó por el 51,05% en aquellas urnas fabricadas en fecha posterior, que cuentan con un sistema más avanzado. Lula ganó la elección por el 50,9 contra el 49,1%.
Valdemar Costa Neto, presidente del PL, pidió al Tribunal Superior Electoral (TSE) confirmar «las evidencias del mal funcionamiento de las urnas electrónicas», unas 280.000, según la presentación. El TSE, sin embargo, dijo ya que los comicios fueron «limpios y transparentes».