Quim Aldosa y Lara Malvesí
Barcelona, 31 mar (EFE).- Encontrar un árbol resistente, con ramas llenas de hojas que den sombra, pero no necesiten mucha agua para sobrevivir, es uno de los retos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), que está estudiando las especies más «óptimas» para el futuro de la capital catalana.
Tanto la vegetación como algunos árboles plantados hace años en Barcelona, como las palmeras, se resienten por las altas temperaturas, la ausencia de lluvias y una sequía que conlleva menos riego y más plagas, un cóctel que exige a los expertos buscar qué especies son más eficientes para el futuro, ha explicado a EFE la doctora en Ecología Mariona Ferrándiz.
Esta investigadora del Creaf explica que, junto a Barcelona Regional y Parques y Jardines, están observando distintos tipos de árboles plantados en la ciudad para compartir con el Ayuntamiento de la ciudad antes de finales de año sus conclusiones sobre cuáles son los más eficientes para un futuro que aunque está lleno de incertidumbres sí parece tener asegurado un calor al alza.
Si bien desde hace años se trabaja con la variable de la temperatura, la sequía aporta el más difícil todavía, pues las restricciones de riego limitan las posibilidades de especies según el agua que necesitan.
«Se da la paradoja de que la ciudad necesita cada vez más sombras y vegetación, pues dan confort a la ciudadanía y ayudan a bajar el termómetro urbano, pero ambas requieren más riego», señala.
Actualmente, Barcelona tiene unos 250.000 árboles urbanos (árboles viarios más los situados en parques y jardines, sin contar los de las zonas forestales y los privados).
Se pueden encontrar alrededor de 350 especies distintas de árboles, aunque las más abundantes contando todo tipo de arbolado son el plátano, el ciprés, el aligustre y el almez, entre otros.
Especies también presentes en la capital catalana como las palmeras se plantaron hace años en las ciudad «cuando la situación hídrica era muy distinta» y ahora su mantenimiento se complica y hace pensar en buscar otras opciones, apunta la experta.
Otro de los árboles más plantados como los tilos están experimentando alta mortalidad en los últimos años en la ciudad, por lo que tampoco son una opción «del todo rentable».
En el caso de los plátanos, el árbol más abundante, aunque se da cierta eficiencia en la relación sombra-riego, «tiene mucha incidencia con las alergias» de la población.
«Debe estudiarse cada caso, sus pros y contras», añade la experta, que apunta que en cualquier caso deberán seguir plantándose distintos tipos de árboles y vegetación pues si todo se redujera a una sola especie ésa sería muy vulnerable a plagas, entre otros puntos negativos.
Y junto a los árboles también intentan sobrevivir las especies vegetales que crecen en los parques, medianas y otros rincones verdes de la ciudad, que están viviendo igualmente su transición por la sequía y el calentamiento global.
Así, cuenta Ferrándiz, mientras hace años el césped y otras plantas con necesidad alta de riego eran las elegidas, ahora se van viendo sustituidas ante la falta de riego y lluvia por otras «herbáceas espontáneas» más resistentes y que se expanden con la ayuda de las aves.
Las directrices de biodiversidad de la Unión Europea apuestan por la llamada recomendación del 3-30-300 para las ciudades: «que puedas al menos ver tres árboles desde tu ventana, que exista un 30 % de superficie forestal en la ciudad y que cada 300 metros haya una plaza o parque con vegetación».
Precisamente, el Ayuntamiento se ha fijado de cara a 2037 el reto de aumentar un 5 % la cobertura arbolada en la ciudad, alcanzando ese 30 % de la superficie urbana cubierta por árboles.
Asimismo, tiene el objetivo de garantizar que en la trama urbana un 40 % de las especies de árboles sean adaptadas al cambio global, en lugar del 30 % actual.
Durante los últimos meses, todas las tareas de riego del arbolado de la capital catalana se han adaptado a las condiciones que en cada momento marcaban los decretos de sequía.
Desde inicios de febrero, el arbolado de la ciudad se riega solo con agua freática y se hace lo que se denomina «riego de supervivencia».
Por otro lado, mientras llegan los resultados del estudio en el que participa el Creaf, el Ayuntamiento de Barcelona trabaja para cuidar los árboles plantados y en esta temporada de poda de 2024 tratará más de 42.000 ejemplares y en total revisará 121.000 árboles hasta diciembre.
En total, están previstas unas inversiones de 14,4 millones de euros para la ampliación de la red de agua freática y que se destinen otros 12,65 millones para mejorar las infraestructuras de riego en varios parques y jardines. EFE
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